Recientemente se ha publicado un trabajo en el Journal of Exploratory Research in Pharmacology donde se repasan las limitaciones de los desinfectantes sintéticos, sobre todo la clorhexidina, que ha demostrado eficacia antimicrobiana, pero su uso prolongado se asocia a efectos adversos como irritación mucosa, citotoxicidad, reacciones alérgicas y desarrollo de resistencia bacteriana, además de impactos ecológicos.
Ante estas limitaciones, los autores del trabajo señalan que los desinfectantes de origen natural surgen como alternativas prometedoras por su biocompatibilidad, menor toxicidad y sostenibilidad. Diferentes productos derivados de plantas, animales y minerales han mostrado grandes propiedades antimicrobianas y antibiofilm. Resaltan compuestos como el galato de epigalocatequina (té verde), eugenol (aceite de clavo), quercetina, timol y cinamaldehído (propóleo), así como el terpinen-4-ol (aceite de árbol de té). Estos agentes no solo inhiben el crecimiento microbiano, sino que también promueven la cicatrización y reducen la inflamación, mejorando la aceptación por parte de los pacientes.
Sin embargo, persisten retos para su adopción clínica: variabilidad en la concentración y composición de los extractos, ausencia de protocolos estandarizados, escasez de ensayos clínicos de fase avanzada y falta de aprobación por agencias regulatorias. La integración de tecnologías como nanotransportadores y sistemas de liberación dirigida podría optimizar su eficacia y estabilidad.
La evidencia disponible sugiere que los desinfectantes naturales, especialmente el propóleo, el aceite de clavo y el té verde, representan una opción segura y sostenible para la desinfección en prostodoncia e implantología. Se requieren investigaciones clínicas rigurosas y marcos regulatorios claros para consolidar su incorporación en la práctica odontológica contemporánea.