La investigación, liderada por Vanessa Alvarez, estudiante de maestría en Epidemiología, y el investigador en obesidad Lawrence Cheskin, analizó datos de 349 estudiantes de primer año inscritos en el proyecto longitudinal Mason: Health Starts Here.
Los resultados mostraron que quienes habían acudido al dentista antes de iniciar la universidad mantenían con mayor frecuencia este hábito dos años después. Además, disponer de seguro médico predijo la asistencia a consultas dentales, y los estudiantes que realizaban un tipo de examen preventivo tanto dental, visual como físico, tendían a completar los otros. Este patrón sugiere que la atención primaria actúa como puerta de entrada a otros servicios de salud.
Otro hallazgo clave fue la relación entre las revisiones dentales y la percepción de bienestar general. Los universitarios que asistían regularmente al dentista, contaban con mayor apoyo financiero de sus padres y sentían que su salud era mejor. Curiosamente, la pandemia de COVID-19 no alteró de manera significativa la frecuencia de estas visitas.
El estudio también exploró la influencia de la ansiedad: niveles leves parecían motivar la búsqueda de atención, mientras que la ansiedad intensa se asociaba con la evitación de exámenes preventivos.