La vergüenza dental puede llevar a muchas personas a evitar acudir al dentista, agravando los problemas bucodentales y contribuyendo a las desigualdades en salud oral, según advierte un nuevo estudio internacional.
El estudio, realizado por investigadores de las universidades de Copenhague, Exeter y Plymouth, subraya que una mejor comprensión de la vergüenza asociada a la salud dental podría animar a más pacientes a buscar ayuda profesional y reducir las consecuencias físicas y emocionales derivadas de la falta de atención.
Los autores advierten que los profesionales sanitarios pueden provocar vergüenza de forma intencionada o involuntaria. Cuando se utiliza con el objetivo de promover conductas saludables, no hay garantía de que genere resultados positivos y, en cambio, puede reforzar la evitación del tratamiento. Por ello, los expertos recomiendan formar al personal sanitario en “competencia en vergüenza”, un enfoque que busca reconocer, gestionar y reducir las dinámicas de culpabilización tanto en la práctica clínica como en la cultura institucional.
Según el estudio, la vergüenza dental puede originarse en problemas de salud oral o en la apariencia estética de los dientes, y se observa con mayor frecuencia en personas vulnerables por motivos de pobreza, trauma, abuso o hábitos como fumar, beber o tener una dieta desequilibrada. Esta vergüenza puede derivar en baja autoestima, aislamiento social y abandono de los hábitos de cuidado oral.
La profesora Luna Dolezal, de la Universidad de Exeter, explica que la vergüenza dental actúa como consecuencia y causa de los problemas bucodentales: “La vergüenza puede disuadir a las personas de acudir al dentista o de admitir comportamientos poco saludables, creando un círculo vicioso que agrava la enfermedad y las inequidades”.
El equipo señala que la vergüenza dental también se ve influida por las estructuras del sistema sanitario, como los costes del tratamiento o las barreras de acceso. Por ello, proponen diseñar entornos clínicos empáticos, inclusivos y libres de juicios que fomenten la confianza y la priorización de la salud oral.
El estudio forma parte del proyecto Lifelong Oral Health de la Universidad de Copenhague y del programa Shame and Medicine de la Universidad de Exeter, centrados en comprender cómo las emociones influyen en la atención sanitaria y en la equidad en salud.