En esta investigación, que analizó a más de 8 000 personas con una edad media de 83 años durante 3,5 años, se observó que quienes perdían piezas dentales a un ritmo más acelerado presentaban un incremento notable en el riesgo de muerte por cualquier causa.
El equipo investigador clasificó la progresión de la pérdida dental en cuatro categorías: estable (sin pérdida), lenta (menos de 2 dientes al año), moderada (entre 2 y 4 dientes al año) y rápida (4 o más piezas al año). Los resultados revelaron que, en comparación con quienes no perdieron dientes, los participantes del grupo de “pérdida lenta” tenían un riesgo un 11 % mayor, los del grupo “moderada” un 20 % mayor, y los del grupo “rápida” un 33 % más elevado. Además, por cada diente perdido al año, el riesgo de fallecimiento aumentó en un 4 %.
Los autores aclaran que la pérdida dental acelerada no es una causa directa de muerte, sino un reflejo de problemas de salud subyacentes que afectan a los adultos mayores. La investigación sugiere que la salud bucal puede servir como un indicador del estado general de salud en esta etapa de la vida.
Este hallazgo subraya la importancia de integrar el cuidado bucodental dentro del seguimiento médico integral de las personas mayores. Los profesionales de la odontología y de la salud pública deberían considerar la pérdida dental como un marcador clínico de riesgo, que requiere prevención y seguimiento continuo. Mantener una buena higiene oral, acudir periódicamente al dentista y actuar ante los primeros signos de pérdida de dientes puede tener un impacto decisivo en la salud general.